Cuando vemos por la televisión o en vivo a nuestros deportistas preferidos, nos da la sensación de que el deporte que practican no es tan complicado como parece en un principio, sin embargo cuando nos decidimos a ser nosotros quienes practicamos ese deporte en cuestión, sea cual sea, llegamos a la conclusión de que los deportistas de élite son seres de otro mundo, porque si no seguro que después de tener los dolores que tenemos al día siguiente de haber hecho deporte, no habrían seguido practicándolo.
La realidad es que, si bien se necesita constancia hasta llegar al nivel físico que tienen estos deportistas, los planes de entrenamiento, los profesionales de la salud que hay detrás y el equipo de gimnasio que utilizan para conseguir la forma física que se requiere influyen mucho en cuanto a lograr el objetivo de alcanzar la cima del éxito deportivo.
Los deportistas de élite trabajan con el deporte, y por lo tanto pueden dirigir todos sus esfuerzos en ese sentido, mientras que nosotros lo más que podemos hacer es dedicar una hora o poco más después de salir del trabajo, y por lo tanto la diferencia tanto de forma como de fondo es más que evidente.